lunes, octubre 23, 2006

El viaje a tus mundos


Tus mundos acariciaron mi arena,
y esos mundos, embelesados,
acarrearon tu tibia luz de ámbar
al lecho de mi alma...

Escaso contacto que, tras penoso viaje,
se encontró con los cielos y los infiernos,
mientras se caía la noche,
como briznas de amor en el mar.

Tus mundos se enfilaron entonces,
tus mundos bajo el velo de una vil alma.
Ladrona sedienta que
intentó arrancar,
rasgar, la seda que tanto protegió mi casa,
Rasgándola, duras palabras, con añagazas que con vistas de inocencia oculta...
Y yo, caminé, me alejé del estupefaciente que cubre tus mundos.

Caminé en pos del viento, oliendo el maldito veneno
acopiando la arena vidriosa
en mis besos sedientos,
mientras me seguían las voces,
los brazos, los malditos lamentos,
asiéndose a mis ornamentos,
atrapándose a mi olvido.

Recorrí con paso lento, seguro,
mientras el polvo de la mentira
ceñía mis pies de caminante
en el remolino de lo hipotético.

En el camino caminado, la vida se tropezó con la muerte
y en ese instante se confundió y se desdibujó en un círculo,
permanente,
donde el sol es líquido que se toma con cuidado,
donde la luna canta sorda la perenne canción
de la eternidad.

Así es el viaje a tus mundos,
sobre las aguas irreales,
sobre la mentira morada,
donde la verdad se atesora,
donde el silencio es el más fastuoso sonido,
donde se camina sin zapatos.

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