Su nombre es Alegría
Caminó...
abandonándola en la cama revuelta por sueños de colores y pesadillas en blanco y negro.
Lecho frío,
donde cada pliegue significaba un episodio más de juegos irreverentes,
de miradas llenas de burla,
en una noche de luna azul, más azul de lo que nunca antes había sido.
Caminó más dejó una pequeña vela verde-azul encendida… por si acaso.
A ella la aurora no la alcanzaba en su despertar y seguía siempre oscuro.
La humedeció con gotas de agua de azahares,
sobre su almohada,
por entre sus cabellos,
para que en su sueño siempre llegase por caminos hermosos…
y apartarla del sueño común que siempre la conducía, cada mañana, al marjal.
Se alejó.
Más la dejó al cuidado del mundo que sólo ella visitaba.
Mientras… se iba, como cada día, pero esta vez lejos y sin piensos de regreso.
Los destellos de azahar la llevaron por nuevos caminos nunca antes vistos,
donde la rodeaban míticas aves, en su caminar incierto.
Ella compartía sus deseos con el aire,
con su sonrisa de dicha que los nuevos sueños le ofrecían.
Aquellas aves los recogían, los lanzaban muy lejos, hasta que se perdían en el horizonte.
"¿Cómo sabré que han llegado ha ser escuchados?", se preguntaba ella,
mientras poco a poco sus ojos se movían de un lado a otro…
comenzando a vislumbrar el camino que siempre la conducía al marjal.
Y las aves respondían: "Porque al despertar, seguirás soñando,
hilvanando las nubes, Alegría".
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