Dejaste tu encendedor
Dejaste tu encendedor…
En una intensa noche de invierno.
Los colores se confundieron en sombras.
Extraña mezcla de inexperiencia y maestría.
mientras la sombra de mi vida deambula
con el suave murmullo de tus palabras mecidas en la soledad.
El sueño, callado deseo de la realidad, se une a mí;
celeste calma, que la mañana rasga, como la cortina del humo de tu cigarro.
Y estuviste aquí…
meciéndote en la serenidad que intento componer en la orquesta de mis noches.
Polizón que sin invitación compuso su propio acorde.
Sigilosamente… Haciendo ruido, dejando música.
Sé que doy cobijo a mi soledad, que sigue mi vida,
paso a paso, con dulce miel y sal amarga, con luces de colores y pasos en la niebla.
Más la facilidad del momento, de tu momento fugaz, alígero…
la alejó, con tu causa, de mi camino.
Y hoy me sentí sin la compañía de la soledad…
Y me sentí más sola...
Mirando en el estante, el encendedor que olvidaste.
Mi oscuridad reposa en el lecho que dejaste sabiendo a luz.
Quisiera poder dejarme soñar.
Dejarme sentir la magia de tu caricia.
Pero no puedo pensar,
no sé que decir
y el encendedor, testigo mudo, sigue aquí.
P.G.L
DraP
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