Del norte al sur

¿Cómo puedo ir tan rápido del norte al sur?
Se me acaban las guías de un camino por recorrer.
El silencio se hace dueño de todos los espacios,
dejándome sola, abandonada, triste y melancólica.

No hay huellas marcadas en la arena,
se cansó mi paso firme, no tiene peso al pasar.
Deambula por existentes rasgos que cree conocer,
pero está perdido, agotándose en una red de fantasías inconclusas.

Tanto cielo azul sin nubes de lluvia,
pero me moja torrencialmente tratando de satisfacer la sed de crear.
Un pedazo de tierra mojado, lodo, entre mis dedos descalzos,
es el principio del cuento anhelado con el final siempre feliz.

Un olvido en el final, reservado al sexo que satisface las horas solitarias.
Estoy dentro del globo de cristal que me protege de mi misma fragilidad.
Rodeada de nieve que corta mis venas que ya no sangran.
Herida, sentada con ojos de muerte, mirando como se me pasa la vida.

Llega un día en mi semana, con beso en labios rojos llenos de historias que contar.
Si dejara de esconderme, quizás, solo quizás, podría llegar al final de la verdad.
Se me acaba el aliento, me canso al subir, casi muero al bajar.
En mi poema inédito desearía que fuera un descanso por amor.

Las gotas de sudor han hecho camino en mi piel.
Recorren el norte que me niego a creer.
Se internan en el sur que me enseña cómo pestañear.
Estoy perdida entre dos espacios desconocidamente conocidos.